Las rabietas van desde lloriquear y llorar hasta gritar, patear, golpear y contener la respiración. Son igualmente comunes en niños y niñas y generalmente ocurren entre las edades de 1 a 3 años.
Algunos niños pueden tener rabietas con frecuencia y otros raras veces. Las rabietas son una parte normal del desarrollo infantil. Así es como los niños pequeños muestran que están molestos o frustrados.
¿Cómo podemos evitar las rabietas?
Trata de evitar las rabietas en primer lugar, siempre que sea posible. Aquí hay algunas ideas que pueden ayudar:
Presta mucha atención positiva. Adquiere el hábito de ver a tu hijo portándose bien. Premia a tu pequeño con elogios y atención por su comportamiento positivo.
Trata de darles a los niños pequeños cierto control sobre las cosas pequeñas. Ofrece opciones menores como “¿Quieres jugo de naranja o jugo de manzana?” o “¿Quieres cepillarte los dientes antes o después de bañarte?”
Mantén los objetos prohibidos fuera de la vista y fuera de su alcance. Esto hace que las luchas sean menos probables. Obviamente, esto no siempre es posible, especialmente fuera del hogar, donde no se puede controlar el entorno.
Distrae a tu hijo. Aprovecha la poca capacidad de atención de tu pequeño ofreciéndole algo más en lugar de lo que no puede tener.
Ayuda a los niños a aprender nuevas habilidades y triunfar.
¿Qué debo hacer durante una rabieta?
Conserva la calma mientras tu hijo experimente una rabieta. No compliques el problema con tu propia frustración o enojo.
Las rabietas deben manejarse de manera diferente dependiendo de la razón por la que tu hijo esté molesto. A veces, es posible que debas brindar comodidad. Si tu hijo está cansado o tiene hambre, es hora de una siesta o un bocadillo.
Otras veces, es mejor ignorar un arrebato o distraer a su hijo con una nueva actividad.
Si se produce una rabieta para llamar la atención de los padres, una de las mejores formas de reducir este comportamiento es ignorarla.
Si ocurre una rabieta después de que a tu hijo se le niega algo, conserva la calma y no des muchas explicaciones, pasa a otra actividad.
Si ocurre una rabieta después de que le dicen a tu hijo que haga algo que no quiere hacer, es mejor ignorar la rabieta. Pero asegúrate de hacer que tu hijo complete la tarea después de que esté tranquilo.
Los niños que están en peligro de lastimarse a sí mismos o a otros durante una rabieta deben ser llevados a un lugar tranquilo y seguro para que se calmen. Esto también se aplica a las rabietas en lugares públicos.
Si se trata de un problema de seguridad y un niño pequeño repite el comportamiento prohibido después de que le digan que se detenga, usa un tiempo de descanso o sostén al niño firmemente durante varios minutos.
Los niños en edad preescolar y los niños mayores tienen más probabilidades de hacer rabietas para salirse con la suya si han aprendido que este comportamiento funciona.
Para los niños en edad escolar, es apropiado enviarlos a sus habitaciones para que se refresquen mientras prestan poca atención al comportamiento.
En lugar de establecer un límite de tiempo específico, dígale a su hijo que se quede en la habitación hasta que recupere el control.
Recuerda, las rabietas generalmente no son motivo de preocupación y generalmente se detienen por sí solas.
A medida que los niños maduran, adquieren autocontrol. Aprenden a cooperar, comunicarse y lidiar con la frustración. Menos frustración y más control significarán menos rabietas y padres más felices.